
Estoy emocionado por lo que Dios tiene reservado para ti, hoy vas a leer algo que puede abrir tus ojos y ayudarte a entender muchas situaciones en tu vida que quizás no has podido descifrar.
La Biblia nos enseña que hay una conexión directa entre nuestras palabras y nuestra vida. Es fascinante notar que, a menudo, nuestras luchas no provienen de fuerzas externas como la brujería, sino que son el resultado de lo que hablamos. En tiempos bíblicos, el pueblo de Dios enfrentaba dificultades, no porque los hechiceros les atacaran, sino por su propia desobediencia y falta de entendimiento de las leyes espirituales.
El Poder de la Lengua
Es crucial comprender que Dios está atento a nuestras palabras. La Escritura nos advierte sobre la importancia de cuidar lo que decimos. Mientras muchos se preocupan por sus acciones, descuidan el poder que tienen sus palabras. La Biblia nos dice que daremos cuenta de lo que hablamos, lo que resalta la necesidad de ser responsables con nuestra lengua.
Por ejemplo, la pobreza no es resultado de maldiciones externas, sino de lo que proclamamos. ¿Sabías que muchas personas luchan con su situación financiera sin darse cuenta de que lo que dicen acerca de sus circunstancias tiene un impacto significativo? Hay quienes se enfocan en reprender maldiciones en lugar de examinar sus propias palabras. Eclesiastés 10:20 nos recuerda que incluso en nuestros pensamientos, debemos tener cuidado con lo que decimos sobre los demás.
La Advertencia sobre Nuestros Líderes
Un aspecto fundamental que debemos recordar es la advertencia bíblica sobre hablar mal de los líderes. La Escritura nos enseña a no hablar despectivamente sobre quienes están en autoridad, ya sea un rey o un hombre rico. Es un gran error subestimar este principio. Tomemos como ejemplo la vida de David, quien nunca habló mal de Saúl, a pesar de las circunstancias. Su respeto hacia la autoridad fue clave para su bendición.
Esto se extiende a nuestras relaciones cotidianas. Hablar mal de nuestros padres, pastores o líderes puede acarrear consecuencias graves. La Biblia es clara: lo que sembramos, cosechamos. Si deseamos que nos vaya bien, debemos honrar a aquellos que están por encima de nosotros.
La Prosperidad como un Don de Dios
El Salmo 68:6 nos habla de cómo Dios lleva a los cautivos hacia la prosperidad. Esto implica que, si nos encontramos en situaciones difíciles, puede que estemos atados por nuestras propias palabras y acciones. La prosperidad no es un mal; es un regalo de Dios, y deberíamos alegrarnos por aquellos que han sido bendecidos.
Jesús mismo nos enseñó sobre la importancia de no hablar mal de otros. En Lucas 7:28, Él declara que Juan el Bautista fue el mayor profeta, pero su ministerio se vio afectado por las palabras que usó contra el rey. ¡Qué lección tan poderosa! Nuestro lenguaje tiene el poder de edificar o destruir.
La Responsabilidad de Honrar a Nuestros Padres
La deshonra hacia los padres también trae consigo consecuencias. Efesios 6:2-3 nos instruye a honrarlos, prometiendo que eso nos llevará a una vida plena y prolongada. Si deshonramos, la maldición se manifestará en nuestra vida. No es suficiente orar o ayunar; necesitamos cambiar nuestra actitud y acciones hacia quienes nos han dado la vida y enseñanzas.
Es esencial recordar que las maldiciones no se rompen simplemente con oración; hay que actuar. Así como en el Antiguo Testamento, donde las ofrendas eran requeridas para restaurar la relación con Dios, nosotros también debemos hacer nuestra parte. Honrar a nuestros líderes, padres y figuras de autoridad es crucial para vivir en la bendición.
Los Peligros de Hablar Mal
La historia de Abimelec nos muestra que hablar mal de los ungidos de Dios puede tener graves repercusiones. Cuando pecó contra Abraham, Dios le ordenó devolver a su esposa y llevar una ofrenda a Abraham para que este orara por él. Este principio se repite en la vida de Job, donde sus amigos debieron llevarle una ofrenda tras haber hablado mal de él.
Lo que quiero que comprendas es que las palabras tienen un peso enorme. No se trata solo de lo que decimos, sino de lo que permitimos que otros digan. Si escuchamos y participamos en la crítica, eso también tiene un costo.
La Lengua como Pluma de Escribiente
La lengua es una herramienta poderosa, como se menciona en Proverbios. Lo que proclamamos tiene un efecto en nuestro entorno. Al igual que cuando firmamos un documento, nuestras palabras establecen decretos en el mundo espiritual. Por eso, es crucial que cuidemos lo que decimos sobre nosotros mismos y los demás.
Si deseas que tus días sean buenos y llenos de bendiciones, refrena tu lengua del mal. Las palabras tienen la capacidad de crear y destruir. Al cuidarlas, podemos ver un cambio real en nuestra vida.
Reflexión
Antes de concluir, quiero que tomes un momento para reflexionar. ¿Qué has estado diciendo en tu vida? ¿Cómo has tratado a aquellos que están en autoridad? La buena noticia es que siempre podemos empezar de nuevo. Esta mañana, te invito a usar tu boca para bendecir, para declarar la prosperidad y la gracia de Dios en tu vida.
No olvides que tus palabras son poderosas. Usa ese poder para construir, no para destruir. Permíteme orar contigo para que podamos cerrar este tiempo juntos, pidiendo a Dios que nos guíe en el uso de nuestra lengua.
Cierra tus ojos y repite conmigo: «Señor, ten misericordia de mí. Hoy elijo hablar vida, y bendecir a aquellos que me rodean. Ayúdame a ser un instrumento de Tu paz y amor».
Amén.
Pastor Joan Moreno